Detalle de la cancela

Ermita de arquitectura muy sencilla y de datación moderna, aunque no se han hecho excavaciones para comprobar su orígen. Parece tener anexo una especie de estructura elevada sustentada por sucesivos arcos que podría ser un acueducto moderno; no obstante al estar cercado no se ha podido verificar. Se halla en las cercanías de la población y está precedida por un atrio que posee una sencilla portada de esquema dieciochesco, con pilastras rematadas en pináculos flanqueando un vano adintelado. La iglesia tiene planta rectangular, con una sola nave de cuatro tramos y capilla mayor cuadrada. Las cubiertas son bóvedas de cañón con arcos fajones y falsos lunetos, en la nave, y bóveda semiesférica en el presbiterio. En ellas destacan las labores ornamentales de yeserías, material con el que también están realizados los ángeles que aparecen en el arco triunfal y los escudos de armas que figuran en las pechinas de la capilla mayor. En el exterior, en el ángulo suroeste, se levanta una espadaña, con disposición angular y esquema dieciochesco. Durante el siglo XVI se ejecutaron diversas obras en la ermita, pero el aspecto actual obedece a una reconstrucción del siglo XVIII. Esta se finalizó el 30 de Abril de 1746, según consta en una lápida situada en el pórtico de ingreso. En el emplazamiento de la actual ermita se encontraba el Monasterio de Santa Ana, de monjas clarisas, fundado a mediados del siglo XVI por Dª María de la Cueva, mujer del IV Duque de Ureña. Estas decidieron abandonarlo en 1559 trasladándose a su nuevo convento en la calle de la Huerta. Años más tarde el monasterio fue ocupado por frailes de la Merced hasta que en 1623 se trasladaron a un nuevo convento dentro de la población, quedando el monasterio definitivamente abandonado y en ruinas. En el siglo XVIII, D. Luis de Figueroa emprendió la reconstrucción de la iglesia para convertirla en ermita. En 1746, en solemne procesión fue llevada la imagen de Santa Ana a su nueva ermita, sirviendo ésta de panteón a los Condes de Puertohermoso. Con la desamortización, la ermita pasó a poder de la Sociedad Económica de Amigos del País, y de ésta a la familia Oriol