Andrés Manjón fundó, en 1889, la primera Escuela del Ave María en un carmen de dicha ciudad. En ella impartió la enseñanza gratuita a los hijos de pobres familias gitanas con el fin de regenerarlos e integrarlos en la sociedad. En un ambiente alegre y profundamente católico, la enseñanza de la religión fue el centro de su pedagogía y el maestro prestaba un servicio a Dios y al hombre. Pretendía formar perfectos cristianos. Criticó los métodos tradicionales y utilizó los activos, apoyándose en la intuición, procurando atender las necesidades del niño. Cuando el tiempo lo permitía se impartía la enseñanza al aire libre, en contacto directo con la Naturaleza, considerada obra de Dios. El juego y el trabajo manual eran frecuentes para los niños...