El carácter poético de la novelística de Gabriel Miró radica, en parte, en la singular utilización que hace de sus lecturas: en su «inspiración libresca». Su biblioteca era, en opinión de Ernesto Giménez Caballero (1928) «un auténtico taller». La Biblia, una de sus lecturas fundamentales, es inagotable fuente de inspiración. Motivos tomados del Libro de Job o del Cantar de los Cantares atraviesan toda su producción literaria, desde La mujer de Ojeda (1901) hasta Años y leguas (1928). Lo más destacado es la recreación de las últimas horas de Jesucristo en Figuras de la Pasión del Señor, obra para la que, además de los Evangelios, utilizó una abundante literatura científica y filosófica, transformando, de manera sorprendente, un material toma...