Tras años recaudando impuestos por Andalucía para la Armada Invencible, Cervantes, que había conocido el éxito en las tablas a su vuelta de Argel, volvió a la corte para, entre otras cosas, retomar labores como dramaturgo, pero se topó con el muro infranqueable de unos comediantes atentos a otros intereses y otra estética. De esa imposibilidad de llevar sus comedias a la escena nacieron las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados, impresas en 1615. Desde entonces hasta hoy, el teatro cervantino ha pasado por ser el hijo menor y aun tonto de quien escribiera el Quijote o el Coloquio de los perros. Pero Cervantes es siempre Cervantes. La construcción dramática de su obras se presenta como una suma de acciones que avanzan en...