La Universidad está en crisis. No esta o aquella Universidad, sino la propia institución universitaria. Una afirmación a primera vista tan grave está a punto de convertirse en un lugar común a fuerza de repetirse en todas las latitudes y en los más variados contextos. El glorioso invento medieval, que ha llegado a convertirse en símbolo de nuestra cultura, parece incapaz de resistir la presión de las nuevas circunstancias y de descubrir su vocación en un mundo cambiante. La multiplicación de los proyectos de reforma y su escasa coherencia son la prueba palpable de que esta vocación no es fácil de identificar. En las páginas que siguen no pretendo proponer una reforma más. Mis pretensiones se limitan a invitar al lector a reflexionar sobre u...