El filólogo clásico dedicado a la historia y a la literatura del Humanismo tiene el privilegio de poder manejar fuentes manuscritas, inéditas y primarias, escritas tanto en latín como en vernáculo. Así, por ejemplo, el epistolario de los grandes personajes del Renacimiento representa una cantera inagotada de nuevos datos para la reconstrucción de la biografía de estos personajes y del contexto histórico en que vivieron. Pero de poco sirve publicar estos nuevos manuscritos si no se hace con la debida corrección; la edición crítica de fuentes primarias es el primer paso necesario antes de llegar a la valoración final de las mismas, una tarea imposible si estas no se comprenden. Solo después de establecer y fijar estos textos, con más o menos ...