La obra de Gabriel Celaya (San Sebastián, 1911-1991) consolida una formación poética, emergente contra la dictadura franquista en el período de la posguerra española, que nos permite reconstruir un espacio de posiciones distintivas desde sus autopoéticas en prosa y metapoemas. Para Celaya el deber-ser del poema es dialógico y perlocucionario: hace y habla. Hablar es en su imaginario, decir a otros, conversar con la alteridad, intercambiar. Hacer es actuar por la palabra, incidir en el espacio social, interferir en los mandatos dominantes, replicar a las imposiciones del régimen, aun cuando se haga desde márgenes estrechísimos en términos reales. Un posibilismo que no duda entre la palabra activa o el silencio reactivo y la mudez paralizante...