Totalitarismo y agenesia cultural

La tesis defendida por el autor en este artículo afirma que el mundo occidental actual se caracteriza por un autoritarismo ligado a una impotencia para crear (agenesia). El totalitarismo se expresa, en primer lugar, a nivel político, en la forma de un "autoritarismo democrático" y, en segundo lugar, al nivel de la cultura en su totalidad, como forma de vida y visión del mundo: "autoritarismo cultural” o “civilizacional". El ensayo justifica esta tesis partiendo de la idea de que una cultura colectiva se caracteriza por su capacidad para crearse a sí misma. Tal propensión auto-creadora es colapsada por mecanismos ciegos que rigen las estructuras políticas y el mundo de la vida. Una expresión fundamental de este totalitarismo es el fenómeno de la "continuidad fatídica", consistente en una detención del tiempo en un “presente continuo” sin pasado y sin futuro. La continuidad fatídica es una "patología de civilización" y el autor la aclara tomando como referencia estudios realizados por la “fenomenología psiquiátrica” o “análisis existencial”. El autor sostiene que las patologías de civilización no deben ser comprendidas como oposiciones binarias o dualistas entre "normal" y "anormal". La patología es un fenómeno caracterizado por la "autofagia", en virtud de la cual una conducta o un movimiento sociocultural entero se niega a sí mismo en su propio desarrollo. La patología, así entendida, de la "continuidad fatídica" produce, a su vez, un efecto paranoide en todo el fondo de la cultura, un horror a la realidad que, a su vez, obliga a los individuos y a la colectividad a proyectar su auto-realización de forma "imaginaria" ("ficcionalización del mundo"). En todo este recorrido, el artículo vincula el "autoritarismo democrático", el "autoritarismo cultural" y la "cultura paranoide" actuales con la imposibilidad de experimentar lo trágico en la existencia y con la producción de un intenso sufrimiento que se expresa en los individuos particulares pero que no es reductible a ellos. Tal sufrimiento es el que caracteriza al "malestar en nuestra cultura" y a su "organización del vacío".The thesis defended by the author in this article affirms that the present western world is characterized by an authoritarianism joined to an impotence to create. Totalitarianism is expressed, first, at the political level, in the form of a "democratic authoritarianism" and, secondly, at the level of culture as a way of life and worldview ("cultural or civilizational authoritarianism"). The essay justifies this thesis starting from the idea that a collective culture is characterized by its capacity to create itself. Such self-creative propensity is collapsed by blind mechanisms governing political structures and the world of life. A fundamental expression of this totalitarianism is the phenomenon of "fateful continuity", consisting of a holding of time in a continuous present without past and without future. The fateful continuity is a "pathology of civilization" and the author clarifies it by reference to studies developed by psychiatric phenomenology or existential analysis. The author argues that the pathologies of civilization should not be understood as binary or dualistic oppositions between "normal" and "abnormal". Pathology is a phenomenon characterized by "autophagy", by virtue of which an entire sociocultural behavior or movement denies itself in its own development. The pathology of "fateful continuity" produces, in turn, a paranoid effect in the whole background of culture, a horror of reality that, in turn, forces individuals and the community to project their Self-realization of "imaginary" form ("fictionalization of the world"). Throughout this journey, the article links current "democratic authoritarianism", "cultural authoritarianism" and "paranoid culture" with the impossibility of experiencing the tragic in existence and with the production of intense suffering expressed in individuals but not reducible to them. Such suffering is what characterizes "malaise in the culture" and its "Organization of the vacuum