México: seis letras por reordenar en medio de una guerra de discursos

International audienceEn este país donde cada vez caben menos las metáforas y nos avasalla la realidad de la incertidumbre y la violencia, con diferencias sociales y económicas tan marcadas, la cultura puede ser un punto de encuentro y una convocatoria al diálogo verdadero. Esas palabras son un fragmento del discurso que pronunció Ana Clavel, el pasado mes de octubre en ocasión de la XIII Feria International del Libro en la Ciudad de México, al recibir el premio iberoamericano de novela por su última novela Las ninfas a veces sonríen. La escritora no afirma una fe genuina y loca en la cultura, y tras ella, la literatura, sino que aboga por la verdad íntima y política a la que llegamos con las palabras, con el mundo simbólico que se está creando al mismo tiempo que hablamos, al mismo tiempo que escribimos y leemos, luchando contra la tiranía de una realidad que se ha convertido en la verborea inextinguible de sujetos sanguinarios, crueles, sin ninguna ética e impunes que vomitan cuerpos sangrientos, descuartizados, mutilados y muertos a ojos de todos. Ana Clavel apuesta por un nosotros distinto al nosotros (inter)nacional que es quien impone sus leyes arbitrarias hoy en día con un discurso visual que corta toda reconstrucción, toda reelaboración simbólica, obedeciendo a las leyes de lo que Sayak Valencia (poeta, ensayista y exhibicionista performática mexicana), a continuación de los trabajos de Giorgio Agamben et de Achille Mbembe, denomina el capitalismo gore y la necropolítica mexicana. Mi punto de partida para enfrentarme a la situación actual es el siguiente : frente al fracaso de las políticas, de las fuerzas dichas del orden (pero ¿qué orden ?), apuesto por la potencialidad de los textos de esos escritore/as que todo/as, sienten la necesidad de hablar de la actualidad, dándose pertinentemente cuenta que cuando falla la institución, que cuando falla el estado (pero ¿qué estado ?), la ciudadanía tiene que levantarse con las armas que tiene y que le quedan. Ahora bien, la escritura me parece ser una de las pocas armas valiosas, aquélla que, por su viva diversidad, es negada por la retórica del poder, por el « necroempoderamiento » capitalista. Quisiera apostar por este diálogo verdadero del que habla Ana Clavel, demostrando que la situación actual es una guerra de discursos y que, para detener, denunciar y contestar el discurso hegemónico y falocrático, hay que oponerle un discurso otro, que logre reponer en el centro de las miradas cuerpos otros, sujetos otros, poderes otros en una nación del uno y del otro. Les propongo analizar la situación a partir de una mirada decentrada, y proponer una respuesta literaria, recorriendo algunos textos de escritores y escritoras : el problema que me preocupa no es sólo el narcotráfico ; el problema que me preocupa son los muertos sin cara, los sin nombre, las almas sin cuerpo ni nombre, que el estado (pero ¿cuál ?) se niega a reconocer para mantenersu dominación, para seguir ejerciendo su poder, borrando cada otro/a que ponga en peligro la unidad del estado. Y de hecho, la única respuesta que me parece posible es volver a dar un nombre, un rostro, un cuerpo y una voz a esos otros invisibles que el poder utiliza como una hoja sobre la que se puede garabatear un mensaje antes de tirarla. Para mí, la única respuesta a laviolencia, entendida como una restricción de libertades, es la escritura y el recurso a la imaginación como medio de subversión