Quizás en el lugar donde más crucial se torne el pensamiento del dominio, del control técnico sobre una materia cualquiera sea el ámbito del lenguaje. Si por un lado habría un cierto acuerdo en el siglo XX, que se origina en una disidencia interna del idealismo, sobre el reduccionismo de una concepción instrumental del lenguaje, donde éste sería un vehículo de transmisión de conceptos o de efectos, donde el uso tendería a la transparencia comunicativa de un medio puesto en boca de los hombres, no resulta menos compartida la incertidumbre sobre qué podría ser un modo no instrumental de la comunicación lingüística, que en ocasiones puede entenderse incluso como lo opuesto a toda comunicación, como una detención en la opacidad de las palabras,...