El concepto de paisaje, desde su aparición por primera vez en la China del siglo IV, unido a la poesía, y después en la Europa del Renacimiento, discurre entre la representación del entorno y el entendimiento como obra de arte. Esta construcción mental del paisaje, en la que intervienen elementos estéticos y emocionales, alcanza su punto culminante en el Romanticismo y entra en crisis con las vanguardias. A partir de entonces, la ambivalencia entre el saboreo de los sentidos y la verdad de la ciencia no ha dejado de estar presente en la sensibilidad paisajística del arte moderno, que valora lo que está lejos, no lo que está cerca y es fácilmente reconocible, donde la conciencia no se adhiere al realismo de los fenómenos, sino que permanece ...