Aparte de las razones circunstanciales por las que hoy recordamos al ilustre riojano, hay otras más profundas, ya que su figura se señala a la consideración de los estudiosos por muy variados motivos. Su vasta y casi unánimemente aplaudida obra como político ha acuñado una imagen que será muy difícil desdibujar. Se ha impuesto, y en tal manera, que los perfiles rotundos de su personalidad como hombre público superan y empalidecen su dilatada obra de publicista. Si aún goza, en éste último aspecto, de muy merecido prestigio, casi me atrevería a afirmar que ello se debe, más que a lo que se lo ha estudiado, a lo mucho que se lo ignora. Goza así, de una celebridad instintiva, casi supersticiosa. Cuando la crítica serena se detenga reflexiva an...