En esta última década, las universidades latinoamericanas han iniciado un intenso proceso de reformulación curricular para consolidar el modelo de formación por competencias, instalando la idea de educar a las nuevas generaciones en torno a la profundización de habilidades complejas que incorporan la dimensión del “saber ser” a los ya conocidos ám- bitos cognitivos y procedimentales. Este inédito hecho en la historia de la educación superior que pretende formalizar el cultivo y desarrollo de las emociones en los procesos de enseñanza-aprendizaje, no ha logrado verdaderamente remecer los proyectos educativos, dilatando la histórica hegemonía de la razón en el desarrollo del conocimiento academicista. Hemos invertido una enorme c...