Mi abuela materna trabajaba cuidando casas campestres de personas de procedencia caleña, en Silvia-Cauca. La casa era muy antigua y yo solía jugar con mis dedos tocando los huecos que las polillas dejaban en la madera, cubierta de alquitrán y de aceite. Había en la sala una pintura de una familia reunida alrededor de la mesa, recuerdo que veía cómo las imágenes se movían y por supuesto, mi madre no me creía. Era medio día, recuerdo que mamá me regaló un tetero que preparaba generalmente con bienestarina, leche, cedrón y plantas aromáticas que mi abuela le recomendaba. Estaba meciéndome en la hamaca de costales y trapos y me quedé profundamente dormido. A las cuatro o cinco de la tarde cuando todos llegaban del trabajo, mi madre me cambiaba ...