Integramos los colombianos, muertos y vivos, jóvenes y viejos, mujeres y niños, un gran todo solidario, un cuerpo misterioso que es la patria. Porque una patria, nuestra patria, no es tan solo una expresión racial y económica, una fatalidad geográfica limitada por mares y ríos y mojones, no es solamente, siquiera, la patética melodía barresiana de las cunas y las tumbas. Las tumbas normativas en la tierra maternal, las cunas mecidas por un viento que viene de las tumbas. Es algo más que historia y pasado, es también el idioma, y más aún la religión ancestral; esto es la confluencia de valores ideales que se apoyan en el pasado y se prolongan hacia el porvenir. Una temblorosa comunidad de sueños y recuerdos, de sufrimientos, esperanzas y amo...