La inherente fragilidad de la libertad nos pone frente a la cuestión de cómo responder al asedio que actualmente la amenaza. O, en otros términos, a la pregunta acerca de los retos que plantea éste a la filosofía política, a las ciencias sociales y a la ciudadanía en general. Creo que este problema bien podría enunciarse como lo formularon, en su momento, algunos pensadores políticos del Quattrocento italiano cuando tras el colapso de los sistemas políticos republicanos en los que vivían y a los que servían –debido a intrusión de poderes foráneos y a los conflictos políticos internos a estas comunidades políticas (Brucker, 2005: 7)–, su reemplazo por regímenes despóticos y, con ello, la consecuente pérdida de sus libertades ciudadanas, sint...