El legado político-religioso de Constantino debe contemplarse más allá de la tolerancia decretada en Milán en 313. Los numerosos conflictos doctrinales y eclesiológicos que sufre el cristianismo durante el reinado de este emperador obligan a replantear su política religiosa y abogar por la búsqueda de un consenso que posibilite un gobierno más efectivo sobre el conjunto de la Cristiandad. Sin embargo, lejos de obtener el resultado apetecido, el consenso fracasará debido a la existencia de dos referencias legítimas para establecer la concordia religiosa: el concilio de Nicea y la práctica de intervención del poder civil en los sínodos reunidos los últimos años de mandato de Constantino (especialmente el de Tiro de 335). Constante y Consta...