El género negro se pasa a la televisión: 'The Wire' y 'The Shield'

The Shield (FX 2002-08) y The Wire (HBO 2002-08) ejemplifican la revolución narrativa que vive la televisión estadounidense. En ambos casos nos encontramos -desde ángulos complementarios- un afán extremadamente realista que sirve para presentarnos figuras deformadas de la legalidad, antihéroes –Jimmy McNulty y Vic Mackey– en busca de una redención que se antoja imposible, males necesarios para mantener el orden mientras el poder desliza sus miserias por las alcantarillas. En la áspera The Shield, el lado oscuro del sueño americano queda al descubierto en una difícil comisaria de Los Ángeles donde destaca el Strike Team, liderado por el duro pero siempre eficaz Mackey, un “Al Capone con placa”. A lo largo de sus siete entregas, la ley es papel mojado y la corrupción un “mal necesario”: se tortura a los acusados, se falsifican pruebas, se obtienen beneficios extra de las redadas y el sistema policial está contaminado. The Wire, por su parte, es el relevo audiovisual de los literatos del XIX, un Balzac en versión catódica, con Baltimore y el narcotráfico como escenario. Esa gran tragedia contada en cinco temporadas compone un retrato sociológico de las desventuras de la ciudad contemporánea, desde el crimen organizado al desastre educacional, pasando por la ética periodística o la corrupción de la clase política. The Wire resulta atractiva no solo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta: incluye tiempos muertos, investigaciones erróneas, finales abiertos y un gran número de personajes que convierten la serialidad en gran novela audiovisual. Este ensayo pretende rastrear las características que ubican ambas series en el campo de juego del noir: una intriga criminal, la ambigüedad moral como motor de la historia, la presencia agobiante del paisaje urbano, el estilo realista, la crítica política de un sistema infectado, el tono elegíaco y la inevitabilidad del fatum