El rol de la incongruencia en la evaluación de pacientes hospitalizados con trastornos gastrointestinales

Introducción: Es conocida la elevada psicopatología asociada a los diferentes subtipos de pacientes con trastornos gastrointestinales funcionales (TGF) y la dificultad para el gastroenterólogo para detectarla y manejarla, pudiendo generar diagnósticos digestivos tardíos y en ocasiones erróneos. Los trastornos de la motilidad gastrointestinal (TMG) han sido menos estudiados desde ésta perspectiva. Tener en cuenta la experiencia subjetiva del paciente en relación a su enfermedad en comparación con la evaluación del gastroenterólogo y el nivel de incongruencia entre los dos puede ser de utilidad en el abordaje de estos pacientes. Objetivos: Estudiar la psicopatología, la calidad de vida y los rasgos de personalidad en una muestra de pacientes ingresados para estudio de la motilidad digestiva en una unidad hospitalaria altamente especializada. Por otro lado, se investigó la incongruencia de la funcionalidad evaluada por clínicos y pacientes y su relación con la psicopatología. Metodología: La presente investigación se describe como un estudio observacional, transversal, de pacientes que ingresan en la unidad de hospitalización digestiva para estudio de la motilidad gastrointestinal. Durante dos años, se incluyeron en este estudio todos los pacientes hospitalizados para la evaluación de la función motora gastrointestinal en una unidad de patología digestiva altamente especializada, de un centro de referencia terciario. Se incluyeron un total de 103 pacientes y fueron evaluados por el psiquiatra en las primeras 72 horas posteriores a la admisión al hospital. Se llevó a cabo una entrevista clínica y se administraron las siguientes escalas autoaplicadas: HADS, SCL-90-R, TAS-20, SF-36 y NEO-FFI-R. A nivel digestivo se realizaron las pruebas de motilidad oportunas así como la administración del Karnofsky Performance Status Scale (KPS) para evaluar la funcionalidad. Se definió la variable incongruencia como la diferencia entre KPS y las subescalas de funcionamiento físico del SF-36 (ambos en rango 0-100). Resultados: No se detectaron diferencias destacables entre los dos grupos en relación a datos sociodemográficos, rasgos de personalidad ni psicopatología. Sin embargo, la correlación de la funcionalidad medida por el clínico con el funcionamiento físico subjetivo fue alta y estadísticamente significativa sólo en el caso de los pacientes diagnosticados de TMG. La incongruencia entre la evaluación clínica y subjetiva de la funcionalidad correlacionó con todas las subescalas del SCL-90R. Cuando estratificamos por grupo de diagnóstico digestivo, en el grupo de TGF todas las subescalas del SCL-90R correlacionaron con la incongruencia mientras que en el grupo de TMG sólo fue significativa la correlación con somatización. Los análisis de covarianza no mostraron diferencias estadísticamente significativas en los niveles de psicopatología entre los grupos de diagnóstico digestivo al controlar por la incongruencia. En cambio, ésta última, mostró covariación estadísticamente significativa en todos los casos, por lo que la incongruencia mostró mayor capacidad predictiva de psicopatología que el diagnostico gastrointestinal per se. Usando modelos lineales generales, se encontró que la incongruencia era la variable con mayor relación con las variables psicopatológicas, incluso controlando por diagnóstico. Se encontraron interacciones entre la incongruencia y el diagnóstico digestivo (TMG vs. TGF), que refleja que los pacientes con TGF cuya evaluación subjetiva del funcionamiento es incongruente con la del clínico, tienen niveles más altos de psicopatología en comparación con pacientes afectos de TMG, en casi todos los casos independientemente de la incongruencia en estos últimos. Conclusiones: La psicopatología parece estar relacionada con las diferentes percepciones de la enfermedad que tienen clínicos y pacientes. La incongruencia del paciente y del clínico puede utilizarse como una herramienta simple de cribaje de psicopatología o distrés psicológico, especialmente entre los pacientes con trastornos gastrointestinales funcionales, facilitando los procesos de interconsulta psiquiátrica.Introduction: Psychopathology is highly associated with different subtypes of patients diagnosed of functional gastrointestinal disorders (FGDs). It is known by the gastroenterologist’ the difficulty to detect and manage psychopathology, generating late and sometimes erroneous digestive diagnoses. Gastrointestinal motility disorders (GMDs) have been less studied from this perspective. Taking into account the subjective experience of the patient in relation to their disease, compared to the evaluation of the gastroenterologist and the level of incongruence between the two may be useful in the approach of these patients. Objectives: To study psychopathology, quality of life and personality traits of patients admitted for specialized assessment in an inpatient tertiary Digestive Unit. On the other hand, the incongruence of the functionality evaluated by clinicians and patients and its relation with psychopathology was investigated. Methods: The present research is described as an observational, cross-sectional study. We included all patients hospitalized for evaluation of gastrointestinal motor function in a highly specialized Digestive Unit based at a tertiary referral center during two years. A total of 103 patients were included and evaluated by the psychiatrist within 72 hours of admission to the hospital. A clinical interview was conducted and the following self-administered scales were used: HAD, SCL-90-R, TAS-20, SF-36 and NEO-FFI-R. Digestive diagnostic tests were performed; to evaluate the functionality Karnofsky Performance Status Scale (KPS) was used. The incongruence variable was defined as the difference between KPS and the physical performance subscales of the SF-36 (both in the 0-100 range). Results: There were no remarkable differences between the two groups in relation to sociodemographic data, personality traits or psychopathology. However, the correlation of the functionality measured by the clinician with the subjective physical functioning was high and statistically significant only in the case of patients diagnosed with GMDs. Incongruence between the clinicians’ and patients’ evaluation of functionality correlated with all SCL-90-R subscales. When stratified by digestive diagnosis group, all SCL-90-R subscales correlated with incongruence in the FGDs group, whereas only the correlation with somatization was statistically significant among patients with GMDs. Covariance analyses did not show statistically significant differences in the levels of psychopathology among the digestive diagnosis groups when controlling for incongruence. In contraposition, this incongruence data showed statistically significant covariation in all cases, so the incongruence showed a greater predictive capacity for psychopathology than gastrointestinal diagnosis per se. Using general linear models, it was found that incongruence was the variable with stronger relationships with psychopathological variables, even when controlled by diagnosis. Interactions between incongruence and digestive diagnosis were found (GMDs vs. FGDs), demonstrating that patients with FGDs whose subjective performance evaluation is inconsistent with that of the clinician, have higher levels of psychopathology compared to patients with GMDs, in most cases regardless of incongruence in the latter. Conclusions: Psychopathology seems to be related to the different perceptions of the disease that the clinicians and the patients have. Patient and clinician incongruence can be used as a simple screening tool for psychopathology or psychological distress, especially among patients with functional gastrointestinal disorders, facilitating psychiatric liaison consultations