Espiritualidad y resilencia

Vivimos en un momento en que el estrés se ha convertido en una palabra común en el vocabulario de los individuos, y cada día las personas se enfrentan a situaciones que desencadenan sus procesos de adaptación. El estudio de la resiliencia como un proceso que permite a una confrontación positiva con la adversidad por lo tanto asume una gran importancia para la promoción del bienestar y la salud mental. Los enfoques tradicionales han examinado que factores biológicos, sociales y psicológicos explican el florecimiento o la la rupturao humano frente a los obstáculos. Estos descubrimientos llevaron a una mayor comprensión de la estructura resiliente. Sin embargo, otra investigación más reciente ha fortalecido el conocimiento sobre este proceso al traer una nueva variable para su comprensión - la espiritualidad. A medida que los investigadores reconocen el papel del Sagrado, algunos fomentan la integración de la espiritualidad en el camino para la resiliencia (Farley, 2007; Park & Folkman, 1997; Wolin y Wolin, 1993). Esta investigación trató de entender si una experiencia espiritual integrada facilita el desarrollo de la resiliencia para enfrentar situaciones adversas, añadiendo al funcionamento del sujeto un conjunto de recursos y estrategias que permiten la creación de un significado personal facilitador de las experiencias asociadas a estos conflictos. Para poner en práctica el concepto amplio y multidimensional de la espiritualidad, se optó por utilizar como indicadores, medidas generales de la espiritualidad como la denominación religiosa, prácticas espirituales y la satisfacción con la religión. También utilizamos como parámetros para evaluar la espiritualidade, el enfrentamiento religioso y espiritual, el bienestar espiritual y la imagen de Dios. Se recogieron un total de 1118 encuestas, que revelarán que más que la denominación o frecuencia religiosa, son variables con un contenido de relación más íntima con la Divinidad, como el uso de estrategias positivas de afrontamiento religiosos y espirituales, una imagen benévola de Dios y la satisfacción con su vida espiritual que aparecen como facilitadores más evidentes de los procesos de adaptación en tiempos de crisis.We live in a time when stress has become a common word in the subjects' vocabulary, and people are confronted daily with situations that trigger their adaptive processes. The study of resilience, as a process that allows a positive confrontation with adversity, thus assumes important relevance for the promotion of well-being and mental health. Traditional approaches have been concerned with studying what biological, social, or psychological factors explain blossoming or human breakdown in the face of obstacles. These findings led to a greater understanding of the resilience framework. However, another set of more recent research has been reinforcing knowledge about this process by bringing a new variable to your understanding - spirituality. As researchers recognize the role of the Sacred, some encourage the integration of spirituality in the quest for resilience (Farley, 2007, Park & Folkman 1997, Wolin & Wolin 1993) This research tried to perceive if the integrated experience of spirituality facilitates the development of a resilient functioning in the confrontation with situations of adversity, adding to the functioning of the subject a set of resources and strategies that allow the creation of a personal meaning facilitator of the experiences associated with these conflicts. In order to operationalize the vast and multidimensional concept of spirituality, we have chosen to use as indicators general measures of spirituality such as religious denomination, religious and spiritual practices and satisfaction with religion. We also use as parameters to evaluate spirituality, religious and spiritual coping, spiritual well-being and the image of God. A total of 1118 inquiries were collected which revealed that more than religious denomination or frequency, the variables with a more intimate relational content with the Divine, such as the use of positive religious and spiritual coping strategies, a benevolent image of God, and satisfaction with their spiritual life that appear as more evident facilitators of adaptive processes in times of crisis