El poema «Florentina» de Rubén Darío canta el erotismo, pero también el desamparo que el poeta expresa, de forma autobiográfica, tras las relaciones (más sexuales que amorosas) durante su época parisina. Mediante imágenes sonoras, sugiere los matices que puede originar una boca en contacto con otra, así como las consecuencias que ello conlleva. Al describir un beso, recupera la tradición clásica y sorprende con un verso final que rompe el preciosismo de la mayor parte de su obra. Desde estos ocho tercetos analizaremos la poética de quien cultiva una flor en tina, haciendo hincapié en las características que lo definen como una de las voces más armoniosas, pero también más certeras. Pese a no ser incluido en Prosas profanas y no protagonizar...