El libro parte de una reflexión central, a saber, los modos de hablar y escribir una lengua ―cualquier lengua― son siempre reflejo de la cultura y de la visión de mundo subyacentes a ella y ambas tienen consecuencias directas en los mecanismos sintácticos empleados, elegidos inconsciente o conscientemente, por los hablantes para hablarla y escribirla. De este planteamiento, se derivan dos hechos que se hacen explícitos una y otra vez a lo largo del libro: por un lado, la necesidad de integrar visión de mundo y hechos de cultura en la enseñanza de la lengua; por otro, el requisito de ampliar nuestro entendimiento y acercamiento al significado, de modo que en el aula se considere no sólo la semántica léxica, sino la semántica prag...